Es el retrato de ficción de un acontecimiento histórico que marcó a toda una generación de los sesenta.
La toma de Santa María tiene el mérito de mostrar uno de los capítulos más importantes de la historia portuguesa contemporánea, por lo menos una interpretación de este evento, que se intercalan con un romance, pero esto, imaginado por los guionistas, entre dos jóvenes que se encuentran atrapados entre el fuego cruzado político en el medio del Mar Caribe. La película también termina haciendo un paralelo, por un lado, para retratar una determinada sociedad del momento, muy conservadora y prejuiciosa que se enfrenta a su decadencia, a través del acto heroico que dicen algunos, no los otros, al desafiar al régimen de Salazar. Y por otro lado, a través de la vehemente oposición del padre Alfredo Enes, una magnífica obra de la composición del actor Víctor Norte, contra la pasión que su hija Ilda siente por uno de los revolucionarios que mantiene cautivo la Santa María. No sé si fue intencional o no por los guionistas, para crear esta analogía porque tanto en el régimen y el personaje son exponentes de una sociedad feudal, donde los derechos eran limitados, sobre todo para las mujeres y se ponen en cuestión con este incidente internacional. Pero si ha sido ese él caso, me gustó mucho ese detalle. El único aspecto negativo, que deseo relevar son algunas de las escenas paso mucho la idea de estancamiento prolongado, los diálogos interminables entre Galvao, Sotomaior y los partidarios de la iniciativa. O tal vez no. Tal vez la idea era crear la sensación de que la ansiedad entre el público, pero prolongar lo inevitable sería contraproducente en este caso porque todo el mundo sabe el resultado final del asalto, así, al menos en Portugal. Voy rehacer de nuevo esta última afirmación, al menos del conocimiento de algunos portugueses! Yo estoy siendo irónica. En general, la película tiene un ingenioso enfoque sobre el capítulo complejo de la historia del país y una historia de amor hermosa.