Es una novela de J. Rentes de Carvalho que toca varias vidas.
La historia a diferencia de lo que usted puede pensar que no comienza en Amsterdam, pero en el seno de Tras-os-Montes, un pueblo remoto en el interior de Portugal. Es la historia soñada o no, (el lector decida) de un amor entre una holandesa proveniente de una sociedad progresista, avanzada y abierta y un portugués analfabeto de un país cerrado en sí mismo, aislado y desinformado. No es romance cualquiera, hay un tono amargo en esta historia que termina de una manera muy inusual, sorprendente para decir lo mínimo, bueno, al menos inusitado en la literatura nacional. Se trata de una fábula, pongámoslo así, contada por Amadeu, mejor conocido por gato, a su amigo de infancia de la que nunca llegamos a saber el nombre, entre los recovecos de la montaña, donde ambos se pierden en esa divagación conjunta que los aleja de su cotidiano insoportable que esconden por diferentes razones. Es perturbante en el sentido en el que veinte años después, estos dos hombres vuelven a reencontrar en ese relato conforto, a lo que no es ajeno el factor de que los dos tienen personalidades disfuncionales que motivan el desprecio y el asco del microcosmos de la sociedad donde se mueven, el pueblo y la ciudad Bragança. La amante holandesa es sólo el levantamiento del velo de algo mucho más inquietante, vil, violento e insidioso que resulta ser un reflejo de la sociedad en que vivimos, aunque me cuesta admitirlo, tal vez porque es una descripción muy cruda, sin subterfugios. Para espesar un cierto misterio acerca de este relato, sólo adelantado que, contrariamente a lo que se declara en repetidas ocasiones, tantas veces que se convirtió casi en una verdad absoluta cuando no lo es, nosotros no somos un pueblo de blandos costumbres, todo lo contrario. Sin embargo, no se queden solo con mi percepción acerca de este libro, léanlo y piensen en ello. Buena lectura.