Una Mirada al Mundo Portugués

 

                                                                           

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La sevillana

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Es una de las ciudades más fascinantes de la Península Ibérica y acusado de un pasado histórico multicultural.

Sevilla, la capital de Andalucía, es como una ciudad encantada habitada por los recuerdos de los moros y los caballeros andantes. Por la languidez de las "Cármenes" que encontramos en cada rincón, balanceándose en ritmo lento bañadas por el largo pelo negro y mirada penetrante ocultos por sus abanicos. Es la arena de "Don Juan" con su masculinidad descarada parpadeando los ojos en todo momento, ofreciendo esfuziantes coqueteado a las bellas que pasan por su camino. Son tan brillantes como esta metrópoli que nos acoge en su esplendor tranquilo adornado por una suave brisa con olor a mar, aunque ni rastro del océano, sólo se avista el Guadalquivir que nos da la bienvenida.

Paseando por sus estrechos callejones, entramos en un laberinto de calles estrechas cubiertas de sombras deliciosas y refrescantes, una de las entradas de "Reales Alcázares", siempre acompañado de una raqueta de alegría que nos hipnotiza, no por el sonido, pero por las reminiscencias árabes que decoran los arcos de los edificios espalmados. Perdemos la noción del tiempo. Es bastante superfluo. Debemos mirar detalladamente para no olvidar los alzados decorados con tiras de baldosas coloridas y los sus encajes rendados que nos llevan hasta la catedral de Sevilla, uno de sus ex-libris, y su Giralda. El esplendor gótico descarado domina el paisaje urbano de la antigua mezquita árabe. Es preciso hacer cola para entrar en el templo religioso rival de las nubes ya que quiere subir hasta el cielo, de modo que podemos subir a su cumbre en busca de redención. A continuación, la "Avenida de la Constitución", poblada por fachadas coloridas de casi perder la vista, pero, el estómago se anuncia con protestos sonoros. Ni que fuera de propósito la cervecería “100 montaditos” está a la vuelta de la esquina, con sus pequeños bocadillos y cerveza de un precio muy bajo, muy al gusto de los portugueses. Pero atención” Hay que ir temprano, la demanda es alta y el tiempo de espera es inmenso.

En el centro de esta melancolía metrópoli,  la plaza de España domina con sus arcos de piedra ocre, invitan a una caminada elegante. De hecho, no es bueno "vivir" Sevilla en una furia, la prisa es tu peor enemigo. El antiguo nuevo mundo nos llega a través de la torre de Oro, junto al rio, construido por los Almóadas, pero en la actualidad alberga el Museo Naval, lleno de las hazañas de Colón y otros navegantes, que desfilaron por el Guadalquivir en busca del mar , la ruta marítima para India. Caminando por sus márgenes hemos llegado a la famosa Triana, puente medieval que nos lleva a la otra parte, la calle Betis y uno de los barrios más famosos de la ciudad, Santa Cruz. Es imposible perderse. Sólo tienes que seguir el aroma de las flores que caen en cascadas por los balcones. Llega el poner del sol, él también está llegando poco a poco y ya es hora de tapas y  música flamenca en la buena compañía de los turistas y los jóvenes que invaden las calles de Sevilla. Y aquí estoy yo, lánguidamente. Hasta una partida aplazada, como se esperaba.

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