La vegetación endémica y ya brota inesperadamente del suelo color gris y teja. Los carriles bien delineados evitan transgresiones que puedan poner en riesgo este frágil ecosistema. Los guardias, el ejército siempre alerta en defensa de estos organismos vegetales y animales , cuyas armas son sonrisas , no sólo llaman la atención del visitante más distraído, pero calmamente y con entusiasmo explican la importancia de cada planta, cada aves y mamífero que contribuye para el balance naturaleza de estas islas.
Á nuestra disposición, en la orilla, colocaran gafas de buceo que permiten investigar los fondos de la pequeña bahía . Se trata de un baño en aguas cristalinas color turquesa que se hace aún más atractivo en un día de intenso calor . Al sumergir lo primero que se puede observar varias especies de peces de colores que deambulan entre las rocas volcánicas , yo diría que algunos son incluso curiosos, ya que no temen la presencia humana. La roca antes vestida de gris, está ahora cubierta por una exuberante vegetación. Incluso hay una pared que se extiende casi verticalmente hasta el fondo arenoso, que he llamado : el muro de los erizos de mar gigantes , y no es un eufemismo, sus altos y considerables picos cubren todas las fallas rocosas , casi parece una plantación. Entre la roca y la arena veo más que un formato inusual, que en última instancia oculta peces más tímidos, como el lenguado. Las salemas me recordaron rebaños a pastar, con sus movimientos ondulantes se alimentaban impávidas y serenas de los pisos cubiertos de algas cerca de la rebotación, a pesar de los muchos ojos humanos curiosos que las miraban. Los lábridos parecen tener colores más intensos en estas islas. Es como estar ante un acuario gigante, la diferencia es que estamos en él . Una serenidad pura sólo cruzada por el ruido de la respiración .
De vuelta a tierra la saga por un paisaje inhóspito es impulsado por sonidos inusuales , pequeños grupos de músicos tocan a lo largo del camino varias piezas musicales que todavía hacen de este día un evento aún más especial , para el deleite de los visitantes. Pero lo inesperado siempre sucede en las islas encantadas, de pronto se suelta una torrente de agua de las nubes que moja todo y todos y eso de alguna manera marca la hora de salida. Al partir, dejamos las Desiertas aniñadas por el sonido de un gaitero en la cima de un acantilado y somos acompañados por un una bando de golondrinas de mar, pequeños pájaros blancos y las famosas pardelas. Hasta la próxima visita...
