
Se trata de un proyecto europeo. Una asociación de "bailando con la diferencia" y otros grupos similares en diferentes áreas artísticas. Fue una invitación de Alemania con la participación de Lituania, Estonia y los escenarios estuvieron a cargo de Polonia. El resultado fue un espectáculo único y di un vistazo al ensayo general. Únase a nosotros.
Entramos en la intimidad del grupo, siempre notados, pero pronto, olvidados, ya que la atención de los bailarines sigue una presencia única, una voz, la de Henrique Amoedo, que con calma habla de lo que espera de este ensayo. Ellos crean un círculo alrededor del coreógrafo que repasa los posicionamientos de los diversos intérpretes. Nada más se escucha que el sonido de su voz cálida y una versión femenina de los mismos consejos en inglés, el espectáculo es multicultural. Una emoción tranquila llena el espacio. Al final, se aplaude, el ensayo empieza... Los cuerpos se codean descompasados, amplían el escenario, pidiendo con gritos de atención. Se calientan las voces, los sonidos, los ecos se ven perpetuadas por el escenario y sin previo aviso, hay una figura de negro, delgada, casi oculta por la niebla, se destaca entre la multitud con la siguiente letra de Muse: Nuestro amor puede ser para siempre. Y si nos morimos, morimos juntos, y yo, Yo digo nunca, porque nuestro amor será para siempre. Atraído por la música, todos bailan, perdido en un sinfín de giros volteretas hasta el último acorde de una realidad disfrazada.

Una tela recuerda el pasado que nos separa de los artistas. Son los ecos de un mundo hermoso, que se pierde entre la niebla causada por las bombas, el trueno de los cañones, el repiqueteo de las rimas patriotas que esconden los gritos de dolor. Los que quedan ya no vive en esos receptáculos que son la representación de sus cuerpos. Es el crudo que los habita. Incesantemente limpian la negritud que llevan en la piel. La tristeza. El asco. El filtro que nos separa, se desintegra gradualmente hasta que un cuerpo se evapora, un ángel oscuro en el alma, que baja a través de un carril de seda hasta la multitud, parece redentor, pero las apariencias son engañosas. Su toque cataliza la energía que se concentra en la figura en una silla de ruedas. Tumban uno por uno, hombres y niños, sin piedad. Sin destino. La esperanza se desvanece, dando lugar a una profunda tristeza, sólo rota por los gritos de orden de un soldado.
Marchando, marchando, 1, 2,3.
La marcación se instala. Las líneas se cruzan entre sí. Se funden. Algunos muertos-vivos sucumben a la fatiga. La ropa sale, se despojan de estas pieles que ya no son las suyas. El gas termina con el resto, hasta el ángel negro cae, se derrumbó en este revoltijo de brazos y piernas. Los que sobran despiertan de está extremadamente violenta pesadilla que quemó todo, que se auto-consumió en llamas. La historia de este sufrimiento se queda marcada en el cuerpo y que no tiene fin...