Hoy mi país se vistió de verde esperanza por el futuro de una nación, que de frente al abismo gesticula por estar viva, palpita fuertemente impulsadas por la fuerza de su voluntad y ya no murmura quejas entre los cigarrillos y cafés humeantes. La revuelta volvió a los callejones y calles laterales y tiene una voz. Los portugueses marcharon sin temor a la plaza de los Aliados, en defensa del país ideal en el que las futuras generaciones se sientan orgullosas de decir que son portugueses.
Hoy mi país se vistió de oro, no por su silencio, sino por su fe inquebrantable en la Plaza José Fontana. Reclaman ser escuchados e no ignorados. No, se quedan por las intenciones y cívicamente toman una posición, la única posible, que luchar por la calidad de vida ganada con mucho sacrificio, después del 25 de abril 1974. El 15 de septiembre de 2012, a las cinco de la tarde de un día caluroso y sofocante, miles de patriotas han dejado claro que no quieren ser más un país de emigrantes, jóvenes sin futuro profesional, de falta de dignidad para las personas mayores y de familias sin recursos de subsistencia. Somos sí, un pueblo orgulloso de su historia, de su tierra, de su idiosincrasia y no pueden contener más actos de injusticia y maldad. Y en este día, en mi país también se hizo historia con los colores de la bandera, al son del himno nacional y creo firmemente que esto es sólo el principio del fin. Y eso fue lo que sucedió...