
Es una de las rutas más bellas y peligrosas de Madeira, que se sumerge en el bosque de laurel.
Cuando era más joven (no es que sea vieja, que quede bien claro) no había más que un solo mapa que marcaba todas las rutas señaladas de la isla, llamado el mapa de conejitos. Es verdad, pero no se rían todavía! En ella figura una leyenda en la figura de un conejo en colores diferentes que designan el grado de peligrosidad de un sendero peatonal dentro de la isla. Los colores indican el grado de riesgo de cada viaje en cuestión, desde los más fáciles en verde a los más difícil con esos animalitos de color rojo y el naranja designaba el trajo más peligroso. Todo era muy simple y a todo el mundo le gustaba este famoso mapa, que extrañamente ya no se imprime. No me pregunten por qué.
Es uno de esos caminos sinuosos y violentamente hermosos y naranja del que voy a hablar. El paseo comienza en el parque forestal de las queimadas, en Santana y ahora una advertencia sobre las condiciones climáticas de Madeira, o el área donde se encuentran, debido a su naturaleza micro climática, pude haber lluvia y niebla en un extremo de la isla, como cuando nos vamos en la dirección opuesta somos acariciados por los rayos solares reconfortantes. Dicho esto seguimos adelante sin temor, como dice los personajes de José Herman, dónde estábamos? Ahí, en el principio de la levada. Otra advertencia y juro que esta es la última, si es claustrófico, si sufres de vértigo y tienes un corazón flaco simplemente no puedes contemplar tanta belleza. Lo siento. La razón está ante nuestros ojos, antes de llegar a la cascada tenemos de caminar por un sendero con 5,9 kilómetros de distancia entre túneles, que los isleños cariñosamente designan de furados y hay sinuosas curvas que adornaban el bosque de laurissilva que al abrir poco a poco muestran acantilados y profundos cañones de roca sin final a la vista. La ruta para el caldero verde es relativamente plana, de hecho, está tan lleno que el mayor peligro que enfrentamos es impulsado por un pasaje que damos a otros excursionistas con más prisa. Hay tantos extranjeros que se desplazan en este camino que da la clara impresión de estar más ocupado que algunas calles de Funchal. Es una locura. Al llegar a la cascada enfrentamos la magia de la luz que se dividen en varios colores en oposición con las fraguas.

Para llegar a la Caldera del Infierno debemos seguir en torno a este punto de inflexión para muchos. Ahora no hay vuelta atrás posible. Entonces, seguimos por la levada que señala el camino hasta otro túnel. En la salida nos espera un paisaje colgante y una especie de balcón estrecho donde tenemos que caminar necesariamente con mucha atención y cuidado porque un paso en falso muerte. De ahí el nombre caldero del infierno. Realmente es un infierno para llegar allí. Es el toque de lo divino en la naturaleza. Simplemente me quede allí, sin palabras ante tanta belleza. Somos muy pequeñas y nos quedamos humildes ante la montaña llena en toda su plenitud, como un misterio que se desentraña. Se respira el aire fresco y no parece que estamos pisando el suelo de una isla habitada, esta es nuestra soledad feliz. Una vez más me encuentro una curva con una pendiente que es necesario subir. Además, puesto que el camino se estrecha gradualmente y hay que dar paso a los que hacen la ruta opuesta. Me olvide de añadir que sólo hay una manera de salir de la caldera del infierno, por el mismo camino en sentido inverso. Y no vale la pena pedir por helicópteros, porque no vienen. Necesariamente tendrá que volver de la misma manera, aunque hay un pasaje de más de 1 km que continúa hasta Boaventura para los más atrevidos. Y para aquellos que dudan de mis palabras, lo único que tengo que decir es que realmente vale la pena. Llegue al infierno, una contradicción dulce que me deja sin palabras, el paisaje se extiende verticalmente delante de mis ojos, es un cañón verde .. Ahora sé lo que sintieran los exploradores cuando llegaron a Madeira. Lo que vieron es un testimonio más de 20 millones de años de existencia, intacto e inviolable. Bueno, ahora nada más me queda que volver por el mismo camino y revisar esta onda verde.